Posted by : Danny E. Salazar lunes, 5 de septiembre de 2016




Capitulo 4

PROGENITORES

Por más que entreno no logro mejorar—Pensaba Kanto de dieciséis años— ¿Qué voy a hacer? Si no me hago más fuerte me expulsaran, no importa que la líder sea mi madre ¡Maldición! Debo seguir, no importa que.

Los meses pasan y Kanto no mejora. Le dieron un ultimátum, un año para mejorar. Pasa sus días en constante entrenamiento, pero, no logra resultados. Kanto golpea su espejo, no soporta su reflejo, es un perdedor y eso lo destroza.

Es expulsado del clan por su propia madre.

—Debes irte. Tendrás tu vida fuera del reino, pero, cuando tengas un hijo, debo supervisarlo.
—Lo sé, madre.

Así de fácil es expulsado de clan. Camina con sus cosas por el reino, es señalado por todos, se burlan de él, se burlan de su debilidad. Sigue siendo un Magno, sus ojos son la prueba. No heredo el talento de su madre, no heredo el talento de su clan. No sirve como elementalista, solo es un tipo con conocimiento básico de las artes marciales.

Kanto se forzado a ir al bajo mundo, donde los pobres y débiles son oprimidos por el imperio. En realidad pudo haber buscado trabajo en las ciudades, pero incluso el se despreciaba, creía y creyó hasta el final de su vida, que no valía nada.

Titania, nombrada así por la diosa de la luz. Es una joven que vive su vida tranquila, con sus padres y hermanos, pobres, oprimidos, pero felices. Tiene diecisiete y es muy alegre, positiva a pesar del mundo donde vive. Un día, cuando tenía doce años, encontró enterrado un libro sobre química, parcialmente quemado, lo lee y relee una y otra vez, lamentablemente, nunca tendrá la oportunidad de estudiarla más a fondo.

Kanto llega a la aldea Baz. Es la mejor aldea que ha visto en todo el tiempo (dos semanas) que lleva viajando. Decide quedarse en ella, aquí es donde vivirá su vida. Camina y toca las casas pidiendo asilo a cambio de trabajar, pero es rechazado en todas, excepto en una. La familia Yaneda lo recibe con alegría. Los ancianos ya tienen tres hijos: Noah, Geo y Titania, pasan por muchas dificultades pero, aun así, reciben con los brazos abiertos al recién llegado.

—Hare lo que sea, tal vez pueda servirles como guardaespaldas.
—Te han expulsado. Que horrorosa familia son los Magno.

Kanto es presentado a todos. Titania no se encontraba, había salido a hacer recados. La aldea Baz esta cerca a un bosque, este está en buen estado, hay muchos frutos. Suelen haber aldeas como esta, las cuales han tenido suerte y sobreviven.

Titania ha regresado de recoger manzanas del bosque. Alegre entra a su casa, Kanto la observa y se maravilla de su cabello negro, de su sonrisa. Titania deja la cesta con manzanas en la mesa, tiene algunas heridas en sus piernas, parecen ser de garras, pero apenas son raspones, Kanto piensa que debe haber escapado de algún animal. El Magno se levanta, saluda a la joven, ella lo abraza, está feliz de tener otro amigo.

Uno de los hermanos, Noah, saca de un recipiente la presa de hoy, un mapache. Todos se reúnen para la cena, comen alegres, Kanto no entiende como pueden ser así, como pueden ser felices en el bajo mundo. Titania, al terminar de comer, levanta la vista al cielo y agradece a los dioses. Kanto esta boquiabierto, es la primera vez que ve a alguien, sea rico o pobre agradecerles a los dioses.

Kanto está limpiando la fachada de la casa con una escobilla algo maltratada. Al terminar, se sienta sobre el techo, bebe un vaso de agua que le acaba de ser traído por Titania. Ella sonríe, una enorme sonrisa que alumbra la aldea, Kanto sigue confundido.

— ¿Cómo puedes sonreír en tu condición?
—La pregunta es ¿Por qué no sonríes? Se debe sonreír ante la adversidad.
—Realmente no creo que sonreír arregle las cosas.
—Pues ese es tu pensamiento, y lo respeto.
—Gracias por el agua.
—Oye oye.
— ¿Qué pasa?
—Cuéntame sobre el mundo. ¿Cómo es tu reino, como es el imperio? Jamás lo he visto, creo que jamás lo veré, pero es hermoso ¿verdad? El mundo es genial.
—Solo para los que tienen recursos. El mundo es gigantesco, hay muchas selvas, mares, muchas criaturas maravillosas. Realmente es como lo dices, es muy hermoso.
—Eso es genial. ¡Maravilloso! ¿Y cómo son las ciudades?
—Pues están llenas de autos, edificios y más cosas. Los aliens que vienen a visitar este mundo, son muy extravagantes a la vista.
—Cuéntame de ti, de tu reino, hasta yo sé que es un Magno.
—Me expulsaron, no hay mucho más que contar.

Titania se acerca a Kanto, bastante.

— ¿Eh? ¿Qué haces?
—Es cierto lo que dicen, vuestros ojos son hermosos. ¿Todos son así?
—No, los míos son de este color porque soy descendiente del ancestro. Hay muchas más variedades.
—Hummm, que envidia. Yo también quiero unos ojos así.
—Yo también quiero preguntarte algo ¿Por qué las das las gracias a los dioses?
— ¿A qué te refieres?
—Los dioses son indiferentes, solo hay tres que tienen algún tipo de contacto con nosotros, y no son precisamente buenos. Ellos no nos dan nada, no les importamos, somos hormigas ante ellos. No les interesa si sufrimos, si perecemos o si vivimos, no somos nada ante ellos.
—Pero ellos mantienen este mundo tal y como es. Si ellos desparecen el planeta explotaría. Por ello les doy las gracias. También se las doy a los quince creadores, ellos crearon todos los universos y nos permiten vivir.
—Pero realmente no les importamos.
—Eso no importa, les daré las gracias igual.

Kanto no entiende a esa mujer, no entiende su forma de pensar. Esa sonrisa le es confusa pero, a la vez, le parece perfecta.

Los días pasan, los meses y los años. Ya no son compañeros de casa. Han pasado los veinte años y están comprometidos. Los ancianos fallecieron de vejez, juntos, tomados de la mano. Se amaron, vivieron felices y murieron felices. Noah y Geo han partido a tener sus propias vidas, en otras aldeas y pueblos. La vieja casa es abandonada. La mudanza es llevada hacia la aldea pino, una aldea en mejores condiciones. Se instalaron y tuvieron un hijo.

En casa, rodeados de todos los aldeanos, Titania está dando a luz, por su cabeza pasa de todo menos el dolor que está sintiendo— ¿Qué elemento heredara? ¿Tendrá esos hermosos ojos? ¿Nacerá sano? —Mientras ella piensa en ello, Kanto no hace más que gritar— ¡Puja! ¡Puja!— El bebe ha nacido. Kanto ha sido desplazo al segundo puesto, Dante es ahora lo que Titania mas ama. El bebe es lavado, envuelto en una manta y entregado a su madre. El bebe no llora, pero el doctor improvisado dice que es normal, aunque ni siquiera está seguro.

Kanto carga a su bebe, está llorando de felicidad. Titania se lo pide, lo abraza una vez más, lo besa en la frente, llora cuando su bebe abre los ojos, sus hermosos ojos. Le dice en su pequeña oreja lo mucho que lo ama. Titania mira a todos y les dice sin ninguna duda que su nombre es Dante. La siguiente pregunta para todos era que elemento había heredado, ellos no poseían las maquinas que se usan para ello, tuvieron que esperar.

Al siguiente día, después del parto. La familia Juzze llevo a sus dos hijos, Vergil y Minaya, esta ultima acababa de nacer. Los tres bebes están sobre la cama, por alguna razón, de alguna manera, se agarran los dedos meñiques. Es obvio que serán grandes amigos.

Dante Magno Yaneda, a sus tres días de nacido, es visitado por una mujer, una mujer hermosa, de cabello blanco y con ojos iguales a los de él. Ella lo carga en brazos, nunca antes ha estado tan feliz por algo, su querido nieto está en su brazos y le esta sonriendo.

— ¿No piensas entregármelo verdad?
—Por supuesto que no, madre.
— ¿Prefieres que viva en este lugar?
—Quiero que aprenda valores, que no solo le importe el poder.
—Está bien. No puedo quitártelo, pero vendré a verlo seguido.

Dante, con solo 2 años, creo una llama en su dedo meñique, Kanto se alegro por ello y celebro, pero lo mantuvo oculto. Cuando su esposo se fue al bosque, ella jugaba con su bebe, ella tampoco tuvo mucho talento para la pelea, no espera que su hijo haya heredado su elemento, pero se sorprende al ver una chipas en el ombligo de su niño. Ella también celebra, pero al igual que Kanto, lo mantiene oculto.

Al día siguiente, en la cena, ambos piensan sobre cómo decirle al otro sobre sus victorias. El bebe duerme en la cama. Los esposos se levantan de golpe, ambos se miran, confusos. Kanto habla primero—Tengo algo que decir—comienza—Yo también—interrumpe su esposa. Vuelven a mirarse confundidos, hablan al mismo tiempo— ¡Heredo mi elemento! —Se miran sorprendidos. Ambos pensaron que habían ganado, ganaron pero, no hubo un vencedor.



El cuello de Kanto es cortado por la navaja de Yakuza. Su esposa lo siguió casi inmediatamente. El niño ha huido, ellos, moribundos, se abrazan las manos, lloran pero están felices de que su hijo ha sobrevivido, mueren.

ALDEA BAZ

-Sabes Kanto. Te amo.
-Yo también te amo.
-Hemos vivido juntos mucho tiempo, quiero ser tu esposa. Siempre he sonreído, sonreír hacia todo mejor, y tú llegaste a mi vida y me diste la mayor razón para sonreír. Sé que algún día, me harás sonreír aun mas dándome un hijo.

Los enamorados se besan sobre el techo, en la hermosa noche llena de estrellas.

—Titania…
— ¿Qué?
—Me alegra que dos estrellan explotaran, y que el polvo que salió de ella seamos nosotros ahora, y estemos juntos.
—Eres más cursi que yo.
—Aun cuando hayamos muerto y la materia de la que estamos hechos se transforme en otra cosa, aun cuando no tengamos conciencia. Quiero estar contigo por siempre y para siempre.

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